Valeriano Domínguez Bécquer PINTURA Campesinos sorianos bailando.

Réplica del Museo de los Pasillos
Escrito por Maribel Tallafet Castro 2ºA. Curso 19-20
Hay otro cuadro de este pintor en el Museo de los Pasillos. Para verlo haz clik aquí

Fotografía de Valeriano D. Bécquer.
Valeriano Domínguez nació el 15 de diciembre de 1833 en Sevilla (España) y murió el 23 de septiembre de 1870 en Madrid. Su padre era José Domínguez Bécquer (un pintor).Valeriano tenía 7 hermanos, ellos quedaron huérfanos cuando él tenía 12 años . En 1861 se casó con Winnefred Cogan y tuvo 2 hijos, Alfredo y Julia. En 1864 viaja con su hermano y la esposa de este, Casta Esteban, a Veruela, en Aragón, Allí Valeriano iba a pintar diferentes cuadros.Viajó también por toda Castilla, realizando numerosos dibujos y colaboró como ilustrador en un museo.
Este cuadro lo donó cuando recibió una pensión estatal con la cual mantenerse puesto que estaba enfermo. 


Este es el original.
Nota del profe extraída de la web del Museo del Prado.

Domínguez Bécquer, Valeriano
Sevilla, 15-12-1834 - Madrid, 23-9-1870

Con uno de los apellidos dorados del Romanticismo literario español -pues era hermano del famoso poeta Gustavo Adolfo (1836-1870)-, la vida del pintor Valeriano Bécquer se vio truncada en el momento más prometedor de su carrera, dejando sin resolver las inquietudes que se planteaba ya en su obra final, en las que parecía transitar desde el Romanticismo en el que se formó hacia un realismo plástico contenido. Dotarlo con una depurada técnica y un gran dominio de los recursos pictóricos, su obra se entremezcla, en cuanto a los presupuestos teóricos a los que obedece, con los originales escritos de su hermano Gustavo.
Nacido en el seno de una dilatada estirpe de pintores costumbristas andaluces entre los que se contaba su padre José y su tío Joaquín Domínguez Bécquer, Valeriano quedó huérfano muy pronto, y comenzó a ganarse la vicia en el taller de su familia, pintando con ellos escenas costumbristas. Tras un prematuro divorcio de su esposa, el artista dejó Sevilla y se trasladó a Madrid junto a su famoso hermano, y comenzó a llevar con él una vida de bohemia arquetípicamente romántica, llena de dificultades económicas, pero que le permitió buscar con cierta independencia un lenguaje artístico acorde a sus propias pretensiones plásticas. En 1864 el ministro de Gobernación, Luis González Bravo (1811-1871), le facilitó una pensión para que viajara por las zonas rurales más escondidas del país para inmortalizar las costumbres que poco a poco estaban desapareciendo, proyecto que continuaría hasta la caída de la monarquía de Isabel II en 1868. De esa época es especialmente célebre la estancia de los dos hermanos en el Monasterio de Veruela (Zaragoza), en la que Valeriano aprovechó para realizar un buen número de apuntes de las costumbres aragonesas y de algunos otros puntos de Castilla y del País Vasco, a los que se desplazaron desde ese lugar, mientras su hermano aprovechó para componer algunas de sus poesías más famosas. En el Museo del Prado se conservan los frutos de ese moderno proyecto, como "El presente" (P04237), "Interior de una casa en Aragón" (P07336) o "El baile. Costumbres populares de la provincia de Soria" (P04234).
Todas esas pinturas traducen, con un lenguaje sereno y armónico de raíz clásica, por encima de cualquier otra pintura costumbrista de su tiempo, la quintaesencia de lo popular siempre de un modo claramente idealizado, y con un lenguaje artístico cuidadoso y depurado. Así, esas obras, fruto de una primera intención de conservación antropológica, se convertirán en los más importantes cuadros de uno de los géneros clave del Romanticismo español. Junto a ellas quedan como testimonio de sus viajes por las zonas más rurales de Castilla y Aragón algunos de los dibujos que publicó en la prensa de su tiempo, en cuya ilustración se ocupó profesionalmente. Así, de Bécquer ha quedado un extraordinario caudal de dibujos, sueltos o en álbumes, sobre todo apuntes de sus viajes por España. Pero su experiencia gráfica trasciende a la divulgación de sus viajes por el interior de la península, cobrando un especial interés la vertiente satírica y caricaturística que alcanza uno de sus mejores exponentes en "Los Borbones en Pelota" (Madrid, Biblioteca Nacional), un álbum anti-isabelino firmado con el acróstico S. E. M. que también utilizaron los hermanos Bécquer en otras ocasiones.
Valeriano fue también un retratista de gran talento, capaz de trascender la personalidad del retratado con un lenguaje elegante, contenido y sintético, que tiene su mejor y más conocido exponente en el retrato de su propio hermano "Gustavo Adolfo Bécquer" (Sevilla, Museo de Bellas Artes) o en el "Retrato de niña" (P07001). Dentro de ese género se cifran algunas obras de interés excepcional, en las que funde su interés por el retrato con su experiencia costumbrista, creando deliciosas escenas familiares, como el famoso "Interior isabelino" (Museo de Cádiz) 



El baile. Costumbres populares de la provincia de Soria
1866. Óleo sobre lienzo, 65 x 101 cm. 


Durante el reinado de Isabel II [...] a través de una Real Orden de 6 de febrero de 1865, otorgaría al pintor sevillano Valeriano Domínguez Bécquer una pensión con el siguiente propósito: Teniendo en cuenta la conveniencia de que en el Museo Nacional haya una colección lo más completa posible de cuadros que recuerden en lo futuro los actuales trajes característicos, usos y costumbres de nuestras provincias, y en vista de las especiales circunstancias que concurren en Don Valeriano Bécquer, la Reina (q.D.g.) se ha servido concederle la pensión de diez mil reales anuales, a fin de que recogiendo en dichas localidades los datos y estudios necesarios remita al referido Museo dos cuadros cada año de las condiciones que se indican.

[...]Este primer lienzo es seguramente el más bello de todo el conjunto. Según recoge el documento de ingreso de las tres obras correspondientes al curso 1866-67, firmado de puño y letra por el propio artista, la escena se ambienta en el pueblo soriano de Villaciervos. Ante el tapial de una casa de leñadores que asoma a la derecha del lienzo está situada una carreta tirada por bueyes, cargada con vigas de madera recién cortadas. Terminada la faena y para celebrar el merecido descanso, dos parejas de campesinos y otra de niños bailan delante del carruaje al compás del tamboril que toca un lugareño sentado en el extremo izquierdo del cuadro, envuelto en la capa blanca típica del pueblo de Villaciervos, junto a una mujer y una niña, que se sonríe al son de la música. Otros paisanos contemplan el baile, unos subidos a la tapia y otros conversando alegremente junto a la carreta mientras contemplan risueños a los pequeños danzarines.

El cuadro es buena prueba de la especial sensibilidad que caracteriza toda la obra pictórica de Valeriano Bécquer y que logra trascender con creces el pintoresquismo decorativo y anecdótico de una escena de costumbres, concibiendo por el contrario su composición con la armonía serena y trascendente de un friso clásico (Texto extractado de: Díez, J. L., El siglo XIX en el Prado, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 187-192).