RENACIMIENTO. POLÍPTICO DE LOS MÁRTIRES. JUAN RAMIREZ.


El Políptico de los Mártires. Pintor Juan Ramírez.

Integrado por nueve tablas de las que tan sólo se conservan cinco representaciones de mártires. Según Gómez-Moreno perteneció al retablo de la ermita que la Reina Isabel mandó construir en el Corral de los Cautivos de la Alhambra, conocido con posterioridad como Campo de los Mártires, donde se levantaría el convento de Carmelitas Descalzos de los Mártires, arrasado durante el XIX, y actual palacete propiedad del Ayuntamiento, conocido como Carmen de los Mártires.



Decapitación de San Hermenegildo

Materia/Soporte Madera
Técnica Óleo
Dorado
Dimensiones Tabla: Altura = 78 cm; Anchura = 66 cm
Tríptico: Altura = 121,50 cm; Anchura = 274,50 cm; Profundidad = 14,50 cm
Iconografia Degollación de San Hermenegildo

Lugar de Procedencia Ermita de los Mártires, Granada(Andalucía, España): Retablo/ políptico
Lugar Específico/Yacimiento Ermita de los Mártires

Lapidación de San Esteban


Conjunto Políptico de los Mártires

Materia/Soporte Madera

Técnica Óleo

Dorado

Dimensiones Tabla: Altura = 78 cm; Anchura = 66 cm

Tríptico: Altura = 121,50 cm; Anchura = 274,50 cm; Profundidad = 14,50 cm

Descripción Representa la lapidación de San Esteban. Según el relato de los Hechos de los Apóstoles el nombre de Esteban se encuentra por primera vez con ocasión del nombramiento de los primeros diáconos, es además el primer mártir cristiano. Habiéndose suscitado insatisfacción en lo relativo a la distribución de las limosnas del fondo de la comunidad, los Apóstoles eligieron y ordenaron especialmente a siete hombres para que se ocuparan del socorro de los miembros más pobres. De estos siete, Esteban es el primer mencionado y el mejor conocido.

El relato bíblico alude al enfrentamiento con las sinagogas, que habían retado a Esteban a una discusión; salieron completamente desconcertados, sobornando a falsos testigos para que testificaran que "le habían oído pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios", Esteban fue condenado a lapidación por el Sanedrín. La pintura representa el momento en que Esteban es golpeado por una piedra en la cabeza. Se encuentra de rodillas, con las manos en oración. Está ataviado como los diáconos de la Edad Moderna, es decir con alba, dalmática, y tonsura monacal y alo de santidad.

A su lado, de pie, dos personajes, levantan en sus manos piedras para lanzárselas a Esteban, mientras sostiene, uno en su regazo y otro en un canasto más piedras para arrojarlas. Estos personajes están caracterizados como la rica clase judía centroeuropea, con tejidos de excelentes calidades.

Como era tradición las lapidaciones se producían en las afueras de las ciudades, de ahí que, tras la escena del primer término, el artista haya representado las murallas de la ciudad y un paisaje lejano con camino, lago y montañas.

San Sebastián

Materia/Soporte Madera
Técnica Óleo
Dorado
Dimensiones Tabla: Altura = 78 cm; Anchura = 66 cm
Tríptico: Altura = 121,50 cm; Anchura = 274,50 cm; Profundidad = 14,50 cm

 San Marcelo
Díptico: Altura = 121,50 cm; Anchura = 193,50 cm; Profundidad = 14,50 cm
Tabla: Altura = 78 cm; Anchura = 66 cm


Descripción Representa el pasaje de la vida de Marcelo, según la cual Majencio enfurecido por la reorganización de la Iglesia, llevada por Mercelo, exigió al Papa que renunciara a su dignidad episcopal e hiciera una ofrenda a los dioses. A la vista de su negativa, fue condenado a trabajar como esclavo en una estación de la carretera pública (catabulum). Al cabo de nueve meses fue liberado por el clero; pero debido a una matrona de nombre Lucina, habiendo hecho que su casa en la Via Lata fuera consagrada por él como "titulus Marcelli", fue condenado de nuevo al trabajo de atender a los caballos que llegaban a la estación; y murió finalmente realizando esta humilde labor.


El artista ha representado a Marcelo sentado en una silla o banco, revestido con alba de color blanco y púrpura propio de su dignidad y con la tiara papal envuelta en un halo de santidad. En su mano derecha sostiene un cepillo para las crines de los animales, y la otra se apoya en la rodilla y a su vez descansa la cabeza, en evidente actitud de ensimismamiento.

La escena se produce en una iglesia de arquitectura gótica, que se ha convertido en cuadra, y a lo largo de sus naves se representan hasta cuatro caballos de diferentes pelajes, actitudes y formas.


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El Políptico de los Mártires

La reciente restauración del conjunto ha descubierto un colorido vivo e intenso.

La atribución como en otros casos, ha variado: en el Inventario de 1889 se adjudica a la Escuela Alemana del S. XV. Manuel Gómez-Moreno la atribuyó en su catálogo a Pedro Cristo, y finalmente Manuel Gómez-Moreno Martínez, la adjudicó por analogía con los libros corales de la catedral de Granada, al artista Juan Ramírez.

Juan Ramírez trabajó, firmó contrato de obras en las ciudades de Granada, Sevilla y Alcalá la Real (provincia de Jaén) en la primera mitad del siglo XVI. En la Catedral de Granada entre 1520 y 1554, iluminando libros, asume contratos para la traza de retablos, ejerció como maestro interino, diseña brocados. En estos años también iluminó  Libros de Coro de la Catedral de Jaén; e ilumina la carta del vino pascual y libros de la Catedral de Sevilla. De la biografía de Juan Ramírez podemos destacar que estuvo afincado en Sevilla, entre calle Nueva y la collación de San Vicente, San Miguel y de la Magdalena hasta 1548. Su hijo Andrés Ramírez tuvo una amplia trayectoria como artista.



La puesta en marcha de la impresión de libros mediante un sistema mecánico trajo consigo la revalorización de los trabajos de iluminación de libros. La miniatura en el desarrollo del siglo XVI se consolida como un género artístico, y Juan Ramírez se sitúa entre los artífices más valorados en este género en la ciudad donde se está construyendo el palacio de emperador Carlos V. En el siglo XVI la Catedral de Granada ofrecía un valor añadido, se trataba del elevado número de libros corales miniados que atesoraba, entre estos la producción de Juan Ramírez destaca por su modernidad en la medida en que introdujo las técnicas renacentistas italianas. En las escenas que iluminan estos libros de la liturgia, tal y como podemos comprobar en la  pintura sobre tabla destinada a los retablos, observamos en una misma escena rasgos de modernidad en la representación de la profundidad junto a la pervivencia del naturalismo esquemático, simplificación de lo representado a la mínima expresión que permita leer la imagen, este último rasgo característico del Románico y del Gótico; a modo de ejemplo, la representación de la anatomía y ropajes de la virgen en la Anunciación del Prado. Esta economía de medios, esta representación esquemática en una escena en la que ya se percibe la tercera dimensión o profundidad, también se aprecia en las miniaturas de Juan Ramírez. Ahora bien, la modernidad de la obra de Juan Ramírez, aunque se integre en escenas con rasgos medievales como los comentados, supone una gran aportación ya que trabaja en la península Ibérica a comienzos del siglo XVI, difícilmente tenía oportunidad para beneficiarse de las reflexiones y propuestas para la conquista de la tridimensionalidad que se mantenían en Florencia a través de intelectuales de la talla de Filippo Brunelleschi. Recordemos que tanto Pedro Berruguete como el propio Pedro Machuca ven la necesidad de viajar a Italia para renovar sus técnicas.

Las composiciones de animales fantásticos, la tridimensionalidad de las escenas conseguida en gran medida a través de la representación de arquitecturas renacentistas que en estas obras adquieren un doble valor, por un lado interés espacial porque ejercen como ejes para concebir la escena conforme a la tridimensionalidad y por otro, estas arquitecturas ofrecen valor documental porque suponen un testimonio de los referentes sobre los que trabaja en este caso Juan Ramírez. Finalmente, la decoración de las iniciales en las miniaturas. Estos son los rasgos de mayor modernidad, que justifican la influencia del Renacimiento proveniente de Italia en las miniaturas de Juan Ramírez.