BARROCO. LAS HILANDERAS. DIEGO VELÁZQUEZ.

Información enviada por Silvia castilla de 2ºA. Curso 17/18.

Las hilanderas o La fábula de Aracne – Diego Velázquez

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Original
Réplica del Museo de los Pasillos

Autores.


Este cuadro, llevado a cabo por el famoso pintor sevillano Diego Velázquez, fue realizado entre los años 1655 y 1660, tomándose frecuentemente como fecha de referencia el año 1657. La obra, de estilo barroco y óleo sobre lienzo, presenta unas dimensiones de 222'5 × 293 cm, medidas que fueron ampliadas tras la muerte del autor original en 1664 de manera que se añadieron aproximadamente unos 50 cm de altura y 37 de los mismos a los laterales con motivo de los posibles daños que pudo haber sufrido el cuadro en el incendio del Alcázar de Madrid en 1734. En el año 1980 se realizó una exhaustiva restauración debido al desprendimiento de varias capas de pintura, restaurando también los añadidos, los cuales se ocultan actualmente al público -es decir, mostrando solo la obra original que pintó Velázquez- al colocarlo en una doble pared.

En cuanto a estilo, el autor divide su obra en dos planos muy visibles dados su drásticos cambios de iluminación entre uno y otro. Aun así, Velázquez logra que este cuadro se "lea" de una forma determinada y precisa: de derecha a izquierda sin pasar por el centro para luego regresar a él y finalmente tropezar con la escena del fondo, lo cual era una estrategia muy típica de la época. Una vez el espectador se detiene a observar el fondo y presta atención, puede verse un detalle con cierto aire perturbador e inquietante: una de las mujeres parece haberse volteado a mirar directamente a aquel que ahora la mira.
Sin embargo y a pesar de su genialidad como planteamiento y distribución, los colores que utiliza no son muy contrastantes entre ellos, que, siendo aplicados en varias capas de trazos muy diluidos y finos, rompe el esquema del Barroco. Dado el virtuosismo de su autor con la pintura, Velázquez tenía la capacidad de convertir, con escasas pinceladas sueltas, una mancha en una silueta, y después una figura, todo ello dependiendo de la distancia a la que se encuentre el espectador, lo cual dos siglos más tarde fue usado también en el impresionismo. En este ejemplar y al igual que en Las Meninas, el sevillano demuestra su dominio de la denominada "perspectiva aérea", dando la impresión de que existe un aire que difumina los contornos, plasmando todo el espacio que existe entre las figuras; al igual que logra transmitir la sensación de movimiento que podemos ver muy claramente tanto en la rueca -que gira a tanta velocidad que no pueden distinguirse sus radios- o en la mano de la mujer de la derecha, que parece devanar tan ágil y velozmente la madeja que tenga un dedo de más.
Finalmente, también puede verse un arrepentimiento en la cabeza de la muchacha de medio cuerpo con el cesto del lateral derecho.

Pasando ahora a analizar el tema tratado en la pintura, puede resultar algo engañoso: el autor juega al despiste haciendo cree a un espectador poco informado que lo que trata de representar es tan solo una cotidiana escena de un taller, pero, sin embargo, su significado va mucho más allá de la perpetuidad de la rutina de unas simples hilanderas, llegando a la mitología griega. En este cuadro, Velázquez representa la conocida como Fábula de Aracne, nombre por el cual aparece registrado en un inventario de Pedro de Arce. La fábula cuenta la historia de una joven hilandera, Aracne, cuyo don para hilar era tal que las gentes del pueblo comenzaron a comentar que la muchacha tejía mejor que la mismísima diosa Atenea. La diosa, transformada en anciana, acude al taller a comprobar las habladurías. Esto se representa en el primer plano del cuadro, la penumbra, donde se ve a chica joven de espaldas -Aracne- devanando una madeja y a Atenea transformada, fácilmente distinguible por el detalle que pintó Velázquez en la pierna descubierta de la mujer, con cierto aspecto adolescente. También, y ya puestos a relacionar todo con la mitología, las mujeres a los laterales podrían ser parcas romanas, que, con hilos, controlan la vida de los humanos.
Al fondo podemos ver representado el final de la fábula, donde Aracne, tras haber competido contra Atenea para comprobar quien hilaba mejor, muestra un tapiz en una evidente ofensiva a la diosa, representando uno de los engaños que su padre, Zeus, había hecho para conseguir favores sexuales de mujeres jóvenes. Ese en concreto, se trata del rapto de Europa, donde Zeus, transformado en un toro blanco, seduce a Europa. Dentro del cuadro podemos observar cómo el sevillano reprodujo con total fidelidad el cuadro llamado El rapto de Europa de Rubens. Además, consigue lograr la ilusión de que tanto Aracne como Atenea -con su casco que la caracteriza- parezcan dentro del mismo tapiz. Al término de la fábula, Atenea, furiosa, convierte a Aracne en un artrópodo, aquel que conocemos actualmente como araña, condenándola a tejer toda la eternidad.
Además de esta, siendo la más conocida, existen muchas otras interpretaciones, un tanto más subjetivas y sin comprobar, más cercanas a los deseos de Velázquez o como crítica del propio autor hacia ciertos aspectos con los que se mostraba disconforme.

En definitiva, este cuadro concentra toda la genialidad de Velázquez, siendo este una gran referencia tanto de la pintura española como también de la universal. Su exclusividad sin tomar otros encargos ajenos a la Corte, o el conocimiento de otras grandes influencias de la época hicieron de este pintor sevillano todo un virtuoso en su área que se mantuvo en una permanente evolución, y, al ser esta una de sus últimas obras, se aprecia también la mezcla de estilos, logrando una perfecta armonía entre el estilo barroco y el trazo y la forma de sus pinceladas, que se anticipaba nada más y nada menos que dos siglos al estilo de la pintura impresionista.

Diego Velázquez

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, sevillano nacido el 6 de junio de 1599, fue un muy conocido pintor barroco, que consiguió ser una de las máximas referencias de la pintura española y considerado maestro de la pintura universal. Falleció el 6 de agosto de 1660 en Madrid. Fue el mayor de ocho hermanos, y, como uno de sus hermanos con su mismo oficio, decidió adoptar el apellido de su madre en las firmas como se acostumbraba a hacer en Andalucía en aquel tiempo. Su familia formaba parte de la hidalguía, pero no hay pruebas que confirmen la nobleza del pintor, que vivió casi en la pobreza. Se formó en su ciudad natal, siendo esta la más poblada y poderosa del Imperio en su época. Su carrera como pintor, una vez terminó el aprendizaje, comenzó el 14 de marzo de 1617, cuando aprobó el examen que le daba acceso al gremio de pintores de Sevilla. Sus obras más conocidas son: Las hilanderas, El triunfo de Baco, Inocencio X -retrato-, La rendición de Breda, Vieja friendo huevos y Las meninas, entre otras.